¿Qué esconde la cara de "La Gioconda"?




¿Qué misterio se oculta detrás de la sonrisa de la Mona Lisa? La ciencia y el arte se asociaron para encontrar una contundente respuesta:”es un efecto de Ilusión óptica”, pero... ¿Qué es una ilusión óptica?: Una ilusión óptica es un efecto sobre nuestro sentido de la vista, caracterizado por la percepción visual de imágenes que son falsas o erróneas. Falsas si no existe realmente lo que nuestros ojos ven, o erróneas si el cerebro interpreta equivocadamente la información visual. Éstas ilusiones ópticas pueden ser de carácter fisiológico (como es el encandilamiento tras ver una luz potente) o cognitivo (por ejemplo una malinterpretación de la dimensión relativa de dos objetos debido a la perspectiva.). Entre las ilusiones ópticas más comunes tenemos, los espejismos, la ilusión de la cuadrícula de Hermann,los estereogramas y los hologramas .Pintores como: Escher, Salvador Dalí, Giuseppe Arcimboldo y Marcel Duchamp han aprovechado las ilusiones ópticas, aplicando la perspectiva en sus obras.

“Da Vinci pintó la sonrisa de la Mona Lisa usando unas sombras que vemos mucho mejor con nuestra visión periférica”, afirma Margaret Livingstone. Por ello, para ver sonreír a la Mona Lisa hay que mirarla a los ojos o a cualquier otra parte del cuadro, de modo que sus labios queden en el campo de visión periférica. De esa forma se la ve más sutilmente sonriente que si se miran sus labios. Livingstone explicó que la enigmática sonrisa de la Mona Lisa es “una ilusión óptica, que aparece y desaparece debido a la peculiar manera en que el ojo humano procesa las imágenes”. Así, indicó que cuando en el siglo XVI Leonardo Da Vinci pintó la Gioconda, su Mona Lisa, logró el efecto de que la sonrisa desaparezca al mirarla directamente y sólo reaparezca cuando la vista se fija en otras partes del cuadro. Por otra parte, ¿no les parece que saber algo más acerca del secreto de la Mona Lisa no resta ni un ápice al disfrute de una imagen única?. Si acaso… suma.


La misteriosa sonrisa de la Mona Lisa.

De la Gioconda o Monna Lisa se ha dicho casi todo, que era el mismo rostro de Leonardo, que era una cortesana e incluso que no era nadie real sino una modelo imaginada por el genial artista. Pero una última teoría parece echar por tierra todas las anteriores.

El historiado italiano Giuseppe Pallanti afirma en su libro, "Mona Lisa, mujer ingenua", que la modelo fue Lisa Gherardini una dama florentina de la época, esposa de un adinerado comerciante. La dama, pertenenciente a una familia noble venida a menos, habría contraído matrimonio en segundas nupcias con Francesco il Giocondo, viudo con un hijo, al que ella habría dado cinco vástagos más. Lisa, que se casó con Giocondo a los 16 años, habría posado para Leonardo a los 24 o 25 años de edad y donna ingenua (mujer ingenua) sería un el apelativo cariñoso que su marido utilizó en su testamento para referirse a ella.
En este libro Pallanti confirmaría las tesis expuestas por el arquitecto y escritor italiano Giorgio Vasari en su obra "Vidas de los mejores pintores, arquitectos y escultores italianos" publicada en 1550 y ampliada posteriormente en 1568. Tesis, la de Pallanti, decepcionante para muchos, pero avalada por años de indagación en los archivos de Florencia.

Pero ¿por qué sonríe La Mona Lisa? ¿Qué sabe ella que nosotros desconocemos? Hasta ahora estas eran sólo algunas de las múltiples preguntas que este óleo sobre madera de álamo de pequeñas dimensiones (77x53 centímetros) despertaba en todo aquel que lo contemplaba.
Investigadores de la Universidad de Yale (EE.UU) sugieren que la dama sonríe porque estaba embarazada siguiendo algunos indicios en el retrato como la hinchazón de las manos, que se muestran sin anillos ni joyas, y el modo en que se apoyan sobre el vientre.

El genial artista, hijo ilegítimo de un notario, zurdo y vegetariano, trabajó en la obra entre 1503 y 1506, aunque en su afán de perfección no llegó a terminarla nunca y siempre la llevó consigo en sus desplazamientos, incluso en su viaje a la corte francesa, en Ambroise, donde falleció en 1519. Pintor, escultor, científico y genio, hombre sin duda adelantado para su tiempo, Leonardo da Vinci utilizó en el retrato la técnica del sfumato como él mismo la nombró; técnica que consiste en aplicar veladuras o finas capas de colores transparentes para conseguir efectos de luz y de sombra, desdibujando así los contornos. Además, Leonardo jugó con el equilibrio de las perspectivas en el cuadro dibujando un horizonte más alto que otro lo que hace que La Gioconda parezca más alta si se la observa desde el lado derecho.

El mito del retrato se acrecentó cuando en agosto de 1911 fue robado del Louvre por Vicenzo Peruggia, siendo interceptado por la policía en diciembre de ese mismo año. Tras un periplo por Florencia, Roma y Milán, La Mona Lisa regresó al Museo del Louvre en 1914.


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